En un lugar como Canarias, que cuenta con el título de región ultraperiférica creado a la medida de la burguesía especuladora canaria para enriquecerse a base de destruir nuestro territorio, el caso de la Montaña de Tindaya en Fuerteventura cuenta por ser uno de los mayores despropósitos, y hay muchos, del Archipiélago Canario. No es casualidad que la sede del poder financiero chicharrero de Caja Canarias, que ha financiado por vía crediticia otro gran pelotazo en la playa de Las Teresitas, esté recubierta de piedra extraída de esta montaña probablemente de una manera no muy regular.
Las palabras de Jesús Giráldez en este ensayo son un instrumento esclarecedor para comprender las diferentes instrumentalizaciones de la montaña mítica por parte del poder que ansía el tesoro de piedra ubicado en su interior. En la página 45 podemos leer un extracto del informe minero de la composición de la montaña realizado en 1995 por la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno Canario y que cosifica el Monumento Natural de Tindaya para hacerlo comprensible al lenguaje del capital. Dice así: “Se trata de material de naturaleza traquítica a cuarzotraquítica, cuyo análisis petrológico muestran una composición básica de feldespato alcalino idimorfo en formas alistonadas isométricas o prismáticas, con tendencia a presentar agrupamientos de cristales de mayor tamaño. En menor proporción se presentan otros materiales micáceos, férricos y de manganeso. Asimismo se presenta el cuarzo en forma de relleno interticial”. Tras este informe vino el proyecto de Chillida para hacer «una escultura monumental«